Aunque algunos datos nos dicen lo contrario, lo cierto es que los jóvenes comen cada vez mejor. Francisco Abad en este libro: Cocina tradicional para jóvenes, ha pensado en dejarlo como pequeña herencia para sus futuros nietos y por extensión para los jóvenes de su generación.
Lo que pretende es trasmitir algo de lo mucho aprovechable de las tradiciones sobre las que se edifica la sociedad futura. Así, presenta un total de 66 preparaciones/recetas que dan una idea bastante aproximada de la cocina de las tierras y las ha agrupado según las estaciones. “La estacionalidad es algo que se ha perdido y a nadie nos extraña tomar unas preciosas cerezas en Navidad (bastante caras, por cierto) o morder unas jugosas manzanas en primavera”, explica el autor. En todo caso, intentad respetar la estacionalidad en las comidas que se preparan es algo importante y muy positivo.
Para jóvenes de 15 a 18 años
El libro está pensado para jóvenes de entre 15 y 18 años. Pretende recoger lo fundamental de las recetas tradicionales de cocina en España, sin caer en los típicos chovinismos. La estructura tampoco es la convencional.
En primer lugar se hace un intento de promocionar la estacionalidad como criterio desaparecido de la cocina tradicional, a causa de la fluidez del comercio y las regulaciones del mercado. Luego “se hace una introducción explicativa de cada receta, de modo que el joven lector tenga una idea de su historia y significado, encuadrando el modo de cocinar en el tiempo y la cultura”, relata el autor del libro.
Al tiempo, se explican algunas técnicas básicas de cocina, que si se exponen separadas de su inmediata utilización resultan tediosas y desalientan al joven cocinero. El autor recomienda leer la introducción a cada receta para tener un efecto semejante a la breve explicación que nos dan al visitar un edificio histórico o contemplar una obra de arte: se entiende mucho mejor pero, sobre todo, se disfruta mucho más.
Aunque se dan explicaciones históricas y culturales, en todo tiempo se huye de la carga de referencias eruditas o complicadas, y el lenguaje es sencillo, pero sin caer en la vulgaridad ni en un exceso de coloquialidad.