Las cifras y los nombres
Las estrellas Michelin no son sólo números: cada una (ganada, empatada, perdida) incluye la historia culinaria de un año de trabajo que, a veces sí, a veces no, se corresponde con lo esperado
En el acto desarrollado en el Hotel María Cristina de San Sebastián se desveló la carta astral de las estrellas Michelin y, ese rumor de que no iba a haber nuevos tres estrellas fue totalmente confirmado, quedando de este modo:
3 estrellas: se mantienen los 7 restaurantes que ya las tenían
La mantienen: El Bulli, cocinero: Ferran Adriá (Gerona); Arzak, cocinero: Juan Mari Arzak, Martin Berasategui, cocinero: Martín Berasategui, y Akelarre, cocinero: Pedro Subijana (San Sebastián); Sant Pau, cocinera: Carme Ruscalleda (Sant Pol de Mar), Can Fabes, cocinero: Santi Santamaría (Sant Celoni); y El Celler de Can Roca, cocineros: Joan y Jordi Roca (Gerona)
Nuevos 2 estrellas: 4 nuevos establecimientos ganan su segunda estrella (a cambio, 1 pierde su segunda estrella)
La ganan: Calima (Marbella), cocinero: Dani García; Ramon Freixa Madrid (Madrid), cocinero: Ramon Freixa; Azurmendi (Vizcaya), cocinero: Eneko Atxa; y Miramar (Gerona), cocinero: Paco Pérez
Nuevos 1 estrella: 17 nuevos restaurantes consiguen su primera estrella (a cambio, 14 pierden su única estrella)
La incorporan por primera vez: Caelis, Dos Cielos, Hisop y Moments (Barcelona); Ferrero (Valencia); Gadus (Mallorca), Alborada (La Coruña), Venta Mocalvillo (Rioja), Mirador de Ulía (San Sebastián), Kabuki Carmona (Madrid), Aponiente (Cádiz), Santo (Sevilla), Capritx (Tarrasa), Maruja Limón (Vigo) e Ikea (Vitoria)
"Graduación" Michelin Edición 2011
Aunque siempre hay expectación porque, efectivamente, alguna carta suelen guardarse los críticos de la Guía Michelin para no perder la emoción de las alegrías, sorpresas y desilusiones, este año viene marcado no tanto por los sustos sino por las ausencias de los nuevos tres estrellas.
Esperábamos en España tanto que algunos de nuestros estimados restaurantes ascendiesen del escalón de las dos a las tres estrellas como culminación de un trabajo culinario de investigación, creación, inversión (la segunda estrella ya supone un reto financiero importante, por no hablar de la tercera) y profesionalidad; como pero los jueces Michelin no estaban por la labor, por lo que tendremos que esperar a otro año en el que podremos volver a plantearnos si intervienen tan sólo criterios gastronómicos en el momento de repartir estrellas. Sería un poco como preguntarse si los Oscar se conceden única y exclusivamente por técnica y calidad interpretativa o cinematográfica. Técnica y calidad la hay siempre, pero no sólo, ¿verdad? Pues con la Michelin sucede lo mismo, y la respuesta puede ser la misma: a quien no le guste, pues nada, a otra cosa
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