Con Fiesta dedicada a sus vinos considerada de Interés Turístico Internacional, museo etnográfico y vitivinícola y un reservorio de 21 bodegas pertenecientes a la D.O. Rías Baixas, que agrupan a 5.000 viticultores y a 165 bodegas.
A ello se añade en méritos que Cambados creó la primera concejalía de enoturismo de España en 2015 y dos años después, en 2017, la localidad fue nombrada Ciudad Europea del Vino por RECEVIN, la Red Europea de Ciudades del Vino. Al siguiente, 2018, Rutas del Vino de España la designó como Mejor Municipio Enoturístico. Por merecimientos y provechos que no sea.
Con todo ese bagaje se han presentado en Madrid, y, como los toreros que aspiran al estrellato, en la Monumental de las Ventas. No en el ruedo, claro está, sino en la gran explanada que da acceso al Museo Taurino, y en un Enotruck de 15 metros de longitud que rivaliza, seguramente sin saberlo, con la bellísima maqueta de 12 metros cuadrados del coso, que al frente tuvo y que es joya primorosamente restaurada por la gran conservadora de arte Camino Diez Abad.
En el confortable y bien pensado espacio del bus enológico, se degustaron tres vinos de Cambados y de distintas crianzas, representantes de las bodegas Zarate, Martín Codax y Albarrei, donde brillaron su perfecta acidez y sus potentísimos afrutados con matices florales. En el hors catégorie, un cava gallego que atiende por Infindo, que suena a versos de caminheiro y que es cosa verdaderamente sorprendente.
Todo ello en compaña de unas mareantes exquisiteces de la Real Conservera Española, de la mítica familia Peña que empezó a laborar en los ya lejanos años 20 y que son reconocidas como las mejores del mundo en el ranking de World’s 101 Best Canned Products fron the Sea.
Difícil, muy difícil mejorarlo si uno no se va a las calles de noble piedra y aromas de vino fresco y honesto de Cambados. Y hasta aquí, que corro el riesgo de que llegue un cambadés y me diga: “Vaille joder a cabeza a Balboas”.